En Haro y en la Bodega C.V.N.E.
LA BODEGA
BODEGA C.V.N.E., jardín interior
En 1879 comenzaron los
prolegómenos de lo que tres años más tarde, en 1882, se convertiría en
paradigma de Sociedad Anónima, la Bodega C.V.N.E., “Compañía Vinícola del Norte de España”. Su origen fue fruto de la iniciativa
y esfuerzo de tres personas a las que no tardaron en sumarse otros socios.
Los hermanos Eusebio y Raimundo Real de Asúa e Ibarreta
se instalaron en Haro (La Rioja) para curar en su clima seco ciertas afecciones
pulmonares adquiridas durante la tercera guerra carlista. En su ánimo
empresarial, con la ilusión que les otorgaba su treintena de años, proyectaron
la creación de una empresa colectiva para la producción, venta y exportación de
vinos. Además de su empuje inicial contaron para ello, en una primera
instancia, con la participación de Isidro
Corcuera y del Campo, natural de Rodezno (La Rioja). Este hombre, gran
conocedor del viñedo y las bodegas de su tierra, vivía obsesionado en el
perfeccionamiento de la preparación y consiguiente crianza del vino.
Eusebio Real de Asúa e Isidro Corcuera (Archivo CVNE)
Por su lado, Eusebio Real de Asúa tenía conocimiento
de los mercados franceses hacia donde se orientaba en aquellos años la venta
del vino de rioja. Para ahondar en ello contaba con los buenos consejos y
orientaciones de Louis Perré,
negociante de vinos y bebidas “espirituosas” en Neuilly, área metropolitana de
Paris, con el que había cursado estudios en el” Lyceum de Bordeaux”. Aportaba
también sus relaciones con los bodegueros de Reims y de Cognac, también
conocidos de Eusebio.
Antigua máquina de pasteurizar en el jardín de CVNE
La sociedad nombró
“Director de Compras” a Isidro Corcuera
y “Agente General” para Europa y América a Louis
Perré, ambos con sueldo y contrato especial, además de su participación
como accionistas en la empresa. Dionisio
de Madariaga preparó los estatutos por los que se regiría la nueva empresa y
el 24 de marzo de 1879 se escrituraba, ante el notario de Haro Gabino Gárate, la Sociedad Colectiva y
Mercantil “Corcuera, Real de Asúa y
Compañía”. Estableció su objetivo como “centro de comisión, elaboración y
exportación de vinos”. Con una planta de vinificación en Haro, otra de
destilación en Alfaro y un capital inicial de 50.000 ptas.
Decoración bajo el porche
En Haro, el lugar donde
establecer las primeras instalaciones de la empresa, fue en la margen izquierda
del río Tirón, en lo que se conocía también por la “orilla de los franceses”,
próximo a los apeaderos del ferrocarril Bilbao- Tudela, en la estación de Haro.
El tren minimizaba los precios de transporte. Además agilizaba la exportación y
comercialización de sus vinos a través del puerto de Bilbao.
Detalle patio-jardín
La sede de la sociedad se
estableció en Bilbao. De allí fueron surgiendo ordenes para la compra de
material bodeguero a la vez que se planificaba la compra de los terrenos
harenses de Cantarrana donde establecer el conjunto de edificaciones donde conformar
la bodega.
Las cesiones y traspasos de acciones de la
compañía como la necesidad de ampliación y renovación de las instalaciones
motivaron una ampliación de capital y como consecuencia la transformación en
sociedad anónima.
Cementerio de vino en Bodega CVNE
El 3 de junio de 1882 se
constituía en Bilbao, ante el notario Julián Ansuategui, la “Compañía Vinícola del Norte de España” a
la que se traspasaron los bienes y enseres provenientes de las instalaciones de
Haro y Alfaro pertenecientes hasta entonces a “Corcuera, Real de Asúa y Compañía”. Se mantenían como socios
mayoritarios Isidro Corcuera, Eusebio y Raimundo Real de Asúa, José Alejandro Rochelt, Juan José Villareal y Mariano Yzarra.
En el patio-jardín de CVNE
La bodega optó por la
calidad y consecuentemente la elaboración de “vinos finos de mesa”. Así, desde
1885 CVNE consiguió galardones en exposiciones de Amberes, Barcelona o París y
el consiguiente reconocimiento internacional para algunos de sus vinos. El
“Gran Premio” en la exposición de Amberes en 1894 fue un espaldarazo de
especial importancia. Además de conseguir un puesto en el Jurado de la
Exposición Universal de Burdeos en 1895 supuso el definitivo reconocimiento
internacional de los vinos de Rioja.
Tinas de fermentación en la "Bodega Imperial"
Su espíritu innovador y, también,
“ciertos altos vuelos bilbaínos” impulsaron a construir entre 1890 y 1909, en
su patio central ajardinado, un pabellón diseñado por el prestigioso ingeniero
francés Alexander Gustave Eiffel. Un
original “parque” de barricas sin columnas, diáfano, que hacía mas cómoda la
trasiega y el control en la evolución de los vinos.
Pabellón Eiffel
La llegada del siglo XX se
acompañó de una plaga de filoxera. El viñedo riojano se vio enormemente
afectado. La destrucción de sus cepas arruinó a un numero ingente de agricultores.
Vieron venir abajo su “modus vivendi” lo que generó una importante emigración
hacia zonas industriales próximas como Bilbao o Barcelona o, incluso, hacia
América. La recuperación del viñedo se hizo con mucha lentitud. Así, durante el
primer tercio de siglo, y hasta llegados los años veinte, la producción de vino
de Rioja se vio estancada de manera considerable. Sin embargo, fueron tiempos
fáciles para la compra y agrupación de viñedos que, al igual de muchas pequeñas
bodegas, se vendieron a precios irrisorios. CVNE no fue ajena a esta situación.
Gracias a su dinámica empresarial y solvencia económica afianzó y amplio sus viñedos
en ambos lados del Ebro.
Pabellón de vinificación 2019
Desde su nacimiento CVNE
ha mantenido un continuo crecimiento. En la actualidad, además de su bodega fundacional
en el Barrio de la Estación, tiene las bodegas de “Viña Real” y “Viñedos de
Contino” en la Rioja Alavesa, “Roger Goulart” en Cataluña, denominación Cava,
“Virgen del Galir” en Galicia, Valdeorras y “Bela” en Ribera del Duero. Su
estrategia actual esta enfocada hacia la expansión nacional e internacional, donde
mantiene una cuota de exportación del 40% de su producción.
Parque de barricas 2019
Este año 2019, La Bodega ha
considerado celebrar su 140 aniversario que ha coincidido con la inauguración
de dos nuevas naves de vinificación y un parque de barricas capaz de acoger
unas 25.000 unidades, en jaulones de hasta 9 alturas. La innovación tecnológica
en la empresa goza de criterios muy arraigados desde su fundación. Una actitud que
no empaña las tradiciones del vino y su cultura. Fundamentos que mantiene con
firmeza y acierto la 5ª generación de herederos de Eusebio Real de Asúa, por la rama de su hija Sofía (conocida como Bela). Un biznieto de ella, Víctor Urrutia, en tanto que Consejero
Delegado, mantiene con firmeza y acierto la filosofía de la compañía.
Víctor Urrutia
Desde principios de este
siglo XXI la actividad de la bodega ha encontrado nuevo nicho de negocio en el
“Enoturismo”. Organizan visitas guiadas a sus instalaciones, comidas típicas
riojanas, cursos de iniciación a la cata, incluso ofrecen actividades de
guardería para los más pequeños para facilitar a sus padres la participación en
los eventos. Curioso y divertido resultó el “Taller olfativo” a cargo de la
perfumista Isabel Guerrero. Además, para ofrecer más alicientes a las visitas
vienen organizando exposiciones temporales de artistas de prestigio
internacional como Eduardo Txillida, Cristina Iglesias o el inglés Anthony
Caro. Desde su lanzamiento en 2015 participa en la multitudinaria cata popular
del Barrio de la Estación que se celebra en Haro cada dos años.
María Larrea
Los vinos de CVNE fueron
bien valorados desde su salida al mercado en el siglo XIX. Trayectoria que
siguen manteniendo con premios y menciones especiales en las más prestigiosas
revistas especializadas. Una de sus marcas que sigue vigente desde 1915, y con
notable prestigio a pesar de haber pasado más de cien años es “Monopole”. Este vino blanco se elabora de dos maneras
distintas. Una la fórmula clásica, con una larga crianza en barrica, otra, más
actual, un vino joven, fresco y afrutado. “Cune”
es otra de sus marcas de referencia, salió en 1920. Su nombre está en el
origen de una falta de ortografía, consciente o inconscientemente, en la que la
“V” de la compañía fue trasformada en una “U”. Otra marca emblemática es “Imperial”, considerado “buque insignia”
de le empresa. Nació también en 1920. Tomó este nombre tras un pedido especial
para el mercado inglés en una botella conocida como “Pinta Imperial”. Hubo que
esperar a 1994 para que la bodega de Haro diseñase “Real de Asúa”, un nuevo vino tinto en recuerdo y homenaje a los pioneros
de la empresa. En la actualidad la máxima responsabilidad en la elaboración de estos
vinos corresponde a María Larrea que,
entre otros éxitos profesionales, ella y su equipo consiguieron en 2013 que el
“Imperial Gran Reserva” fuera considerado mejor vino del mundo por la revista “Wine Spectator”.
ALGUNOS VINOS
MONOPOLE 2018. Se presenta en botella estilo “Rhin”. A la altura de los hombros
exhibe un collarín con el escudo de la compañía. La etiqueta es sencilla y
contundente. Es un monovarietal de “Viura”. Esta uva, en otras regiones, adopta distintos nombres:
“Macabeo”, “Alcañol”, etc . Es la uva que predomina en la elaboración de los vinos
blancos riojanos. Una vez llega del viñedo a la bodega es sometida a un ligero
prensado para posteriormente hacer su fermentación en depósitos de acero
inoxidable a temperatura controlada.
Después de este proceso y
su oportuna clarificación se consigue un vino de 13%vol., traslucido,
brillante, de color amarillo pálido, con irisaciones verdosas en su balanceo en
la copa. Evidencia con franqueza aromas a flores, frutas blancas y sutiles
aires cítricos. En boca resulta armonioso, fresco, con un agradable punto de
acidez que envuelve sabores afrutados. Un vino sabroso equilibrado en
sabores que incita a seguir bebiendo.
CUNE GRAN RESERVA 2012. Viene en botella “bordelesa”. Su etiqueta resulta
clara y concisa. En su elaboración predomina la uva “Tempranillo”, un 85%, como
en la mayor parte de los vinos elaborados en La Rioja. El resto supone un 10%
de “Graciano” y un 5% de “Mazuelo”, en Aragón conocida como “Cariñena”. Una
combinación que ofrece resultados de una acertada complejidad. Las uvas se
recogen manualmente en viñedos de Rioja Alta. Tras su fermentación alcohólica
se maceran para hasta conseguir el color y la estructura deseada. La segunda
fermentación, maloláctica, adecúa al vino para madurar en barricas de roble
francés y americano.

Tras su paso en madera y
afinar en botella llega al mercado con 13,5% vol., de capa media alta, una
lagrima suave, cuya glicerina adelanta su untuosidad y un color granate
brillante con tonos de teja en el borde de la copa. Sus aromas resultan muy
agraciados en una complejidad de frutas maduras, regaliz combinados con
tostados y especias extraídos de su estancia en madera. En boca resulta un vino
goloso, con un punto de acidez que ayuda a mantener un ligero frescor y
recordar sabores a frutas maduras. Su tacto aterciopelado ayuda a conformar un
vino de trago suave y elegante.
IMPERIAL GRAN RESERVA 2012. Se presenta en botella estilo “bordelés”. Su
etiqueta estricta en su información está encabezada por una especie de corona
laureada con una serie de medallas conseguidas desde su puesta en el mercado en
1920. Se elabora con un 85% de “Tempranillo”, 10% de “Graciano” y 5% de
“Mazuelo”. La uva se selecciona en el viñedo y se recoge en cajas de 20Kg para
evitar un posible deterioro del grano antes de llegar a bodega. Alcanzado su
destino se macera en cámara frigorífica durante 24 horas antes de ser
nuevamente seleccionado sobre una cinta que lo transporta por gravedad a unas
grandes tinas de roble francés donde realiza la fermentación alcohólica.
Posteriormente se cría durante 24 meses en barricas de roble americano y
francés. Homogeneizado todo el vino pasa a botella donde envejece y afina
durante 36 meses.

Llega al mercado con un
13,5% de grado alcohólico. Cuando se vierte en la copa su sonido nos adelanta una
agradable untuosidad. Muestra una intensa capa de tonos granate semejante al de
las cerezas maduras, un anillo de tonos teja en el borde y una lágrima densa y
cremosa. Sus aromas resultan complejos, resultado de la combinación de tres
uvas distintas y su paso por madera. Los volátiles de frutas rojas maduras,
ciruelas pasas, se entremezclan con vainillas, sutiles torrefactos y especias.
En boca resulta muy amable, con una discreta acidez, sabores muy ensamblados
donde perdura la fruta envuelta por un suave combinado de distintas especias.
REAL de ASÚA 2015. Se comercializa en un estilo de botella “Bordelesa”
un tanto más estrecha y alargada de lo habitual. Su etiqueta de fondo blanco y
letras doradas se identifica con el estilo de la compañía para los vinos de
alta expresión. Homenaje a los fundadores, es un vino tinto considerado de
“autor”, hecho exclusivamente con la variedad “Tempranillo”. Las uvas provienen
de sus viñedos en Villalba. Primero se seleccionan en la viña y después en la
bodega. Su fermentación alcohólica se hace en las tinas de roble francés de la
bodega “Imperial”. Se descuba en barricas nuevas de roble francés donde realiza
la fermentación maloláctica. Es entonces donde la aspereza del acido málico
adquiere la suavidad del láctico. Cuando el vino alcanza la madurez deseada
para criarse en esos mismos toneles durante 18 meses.

Con un 14% vol., brillante,
límpido, granate con irisaciones de tonos rubí posee una capa solida. Al
girarlo dentro de la copa manifiesta una lágrima ligera y balsámica. Entre su
complejidad de aromas consiente recordar a una compota de frutas maduras
aliñada con canela, tofe y regaliz. Su tacto en boca resulta aterciopelado. El ligero sabor a especias, combinado con el de frutas maduras, no marca arista alguna.
Resulta un vino bien ensamblado, redondo, largo, goloso y agradable.
Texto y fotografías Josu Bilbao Fullaondo. © JOBIFU
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