Para empezar a caminar
En la "Ría de Bilbao"
confluyen dos ríos, el Ibaizabal (río ancho) y el Nervión. Existe una polémica
popular entre cual de ellos prevalece para dar nombre a la ría. Hay quienes de
decantan por el "Ibaizabal" y quienes lo hacen el "Nervión".
En esto de los afluentes de los ríos generalmente prevalece el nombre del más
largo o, quizás, el de mayor caudal. En el caso que nos ocupa ambos ríos tienen
una longitud similar. El "Ibaizabal" lleva un caudal medio de 11,8
metros cúbicos y el "Nervión" 9,6 metros cúbicos. La superficie de la
cuenca del "Nervión" es algo más amplia. En definitiva, son tal para
cual, "Ibaizabal-Nervión" o "Nervión-Ibaizabal". En un
tramo de escasos cinco kilómetros fluyen unidos hasta mezclarse con las
aguas saladas que llegan del mar Cantábrico. Entonces se transforman en
"Ría de Bilbao" y se diluye la controversia.
Sobre puentes y recuerdos
Fue
el verano de 1997 cuando, pasando vacaciones en Ayamonte, recibí una llamada
del Ayuntamiento de Bilbao. Me proponían planificar un libro de fotografías
relacionado con la ciudad.
En
1989 había participado en un proyecto similar, fue la coordinación gráfica, en
esta ocasión compartida con Ramón Esparza, de “Bilbao. Un día/egun batez”. Un
foto-libro impulsado por el entonces alcalde José María Gorordo. Se trataba de
una publicación que venía a emular a otras de similar factura realizadas en
distintas ciudades y países de Europa con el titulo “Un día en la vida de …” (nombre a elegir).
En
esta nueva iniciativa, la responsabilidad inicial sobre guión y edición del
libro recaía exclusivamente sobre mi persona. El equipo de trabajo, con más o
menos matices, se insinuaba desde la corporación municipal. Así fue la oferta
propuesta por los colaboradores más próximos a Josu Ortuondo Larrea, a la sazón
alcalde de la villa.
La
idea sobre el relato, el guión gráfico del libro surgió aquella misma tarde de
verano, después de haber pasado un rato, entre risas y discusiones amables, con
el “juego de la oca”. Aquello del “puente a puente porque me lleva la corriente”
fue el punto de partida para tratar sobre los puentes que atravesaban la “Ría
de Bilbao”.
Así
llegó el titulo de “BILBAO. PUENTE HACIA EL SIGLO XXI”, libro publicado en
1998. Este encabezamiento quería entender la ciudad como puente para la comunicación
y el progreso. Puente para fundir lugares y gentes en un mismo proyecto. Puente
mirando hacia un futuro de esperanza. Puente para unir una vez más las orillas
de la “Ría de Bilbao”. En definitiva, puentes. Siempre puentes, ligados a la
historia de la ciudad y sus gentes.
Desde
Miraflores hasta Portugalete se retrataron doce puentes, sus orillas, sus
edificios y la vida de su entorno con niños, jóvenes, adultos y mayores. Se
acercaba el año 2000, el del 700 aniversario de la villa. Se trataba de mostrar,
a través de la fotografía, un Bilbao que surcaba hacia un nuevo siglo, que
crecía, se modernizaba, se innovaba, entorno a su principal eje fluvial y sus
pasarelas.
Hoy,
2017, veinte años después de recibir aquel encargo, con recuerdos y nostalgia,
he vuelto a pasear por lo que llamo el “Bilbao de los Puentes”. Durante este
recorrido me he atrevido a tomar fotografías. Con ellas he preparado un humilde
cuaderno a modo de recuerdo de mi vuelta a los puentes. En esta ocasión ha sido
iniciativa propia, sin la responsabilidad de trabajar en equipo, con las
carencias y las dudas de hacer el recorrido solo.
Hay
quien entiende que los trabajos individuales, aparentemente sin ataduras, gozan
de mayor libertad en su elección temática y la manera de expresarla. En mi
caso, que me ha gustado siempre contrastar opiniones, atender diferentes puntos
de vista, resulta un tanto cuesta arriba sentarse en la soledad del estudio
para resolver proyectos, a mi cuenta y riesgo, aunque no vayan a tener
relevancia pública. Con todo, en medio de todo este pequeño ajetreo, los
comentarios y sugerencias de Arantza, mi mujer, me han ayudado a sortear gran
parte de mis carencias.
Me
ha tocado escribir y tomar fotografías. Para lo escrito he consultado diversas
publicaciones relativas a los puentes de Bilbao y su historia. Antiguas y
recientes, todas de indudable interés. De ellas, con mayor o menor acierto, he
tomado lo que me ha parecido más relevante para este cuaderno de paseante.
Gracias
a un texto de Ignacio de Gortazar, escrito en 1951, recuperado en el libro
“Bajo los puentes” (Ed. Librería San Antonio 2006), pude descubrir que, ya a
finales del siglo XIX, el tema y las imágenes de los puentes de la “Ría de
Bilbao” generaban interés, al menos, entre gentes liberales, amantes del arte y
de la cultura.
En
una de aquellas veladas que organizaban en el salón del bilbainísimo “KURDING
CLUB”, fundado en 1894, al que un cura montaraz
y carlista llegó a calificar como “antesala del infierno”, proyectaron
siluetas de los puentes de la Ría. Se mostraron los que había y los que
suponían pudiera haber, tal que el de la “Sendeja” del que mucho se habló y
nunca llegó a existir. Los dibujos de las transparencias fueron imaginados y
realizados por el conocido pintor Adolfo Guiard. Su amigo Manuel Losada,
también pintor de prestigio, se encargó de recitar a viva voz, al parecer con
un timbre muy aplaudido, la historia de los puentes versificada por Juan Carlos
de Gortazar.
Por
mi parte, lo que respecta a las imágenes, está resuelto a base de panorámicas
que tratan de abarcar los puentes y sus dos orillas. Vistas generales para
ofrecer una idea de conjunto, sin entrar en pequeños detalles que tal vez
incorpore llegado el momento a este cuaderno.
Como
la flaqueza de la edad exige reducir mochila, he huido de grandes cámaras y
largos objetivos. La herramienta para hacer las fotos, con dificultades para
las tomas nocturnas, ha sido el “telefonillo portátil”, ayudado en sus
limitaciones por una sencilla cámara compacta.
Desde
1987 al 2017 el numero de puentes ha crecido. Son nuevos los dedicados al
jesuita Pedro Arrupe y al arquitecto Frank Gehry. Además he añadido algunos
que, inexplicablemente entonces, quedaron en el olvido. Son el “Puente Nuevo” y
el de “Santa Isabel”, con un pie en Bilbao y otro en Etxebarri y en
Arrigorriaga, respectivamente. Así mismo he recuperado la humilde pasarela de
“Ibaieder”, en un extremo del parque, del mismo nombre, en el barrio de La
Peña.
Y
así, todo por capricho de la nostalgia, comienza nuestra ruta por “Bilbao de los
Puentes”.
BILBAO de los PUENTES
PUENTE
NUEVO
El punto de partida del recorrido entre puentes lo
establecemos en la estación Etxebarri, principio o final de la línea 1 del
metro. A unos 800 metros, al final de la Avenida de Miraflores, haciendo
frontera entre Bilbao y el municipio de Basauri, se encuentra nuestro primer
objetivo, el “Puente Nuevo”. Cruza el cauce del río que recoge, ya unidas, las
aguas del Ibaizabal y el Nervión.
En este enclave, cuando todavía pertenecía a la
anteiglesia de Begoña, existió un vado desde tiempo inmemorial. Por allí
transcurría el camino comercial, ruta de mercaderes castellanos que venían por
Orduña y Malmasín a embarcar lanas y otros enseres, destino Flandes, en el
puerto de Bermeo, capital del Señorío de Bizkaia hasta 1602.
Hay referencia
escrita de la existencia de un puente en este lugar, territorio del linaje
Leguizamón, desde 1776. Entonces lo denominaban de “La Piedad”. En 1812,
durante la invasión napoleónica, ya sustituido por otro con el apodo de
“Nuevo”, fue testigo de una cruenta batalla contra los franceses. De esta
manera lo recuerda esta copla popular:
“Así Zubibarrin da
Boluetagaino
Etzan lurrik agiri
Frantses ila baino,
Olé salada.
Frantses ila baino,
Olé morena.
Boluetagaino”.
(Empezando en
el Puente Nuevo y hasta Bolueta, no se veía nada de tierra sino franceses
muertos, olé salada, sino franceses muertos, olé morena, hasta Bolueta).
Por este mismo paso fluvial huyó el general
Zumalacárregui, herido de muerte, después del Sitio de Bilbao en 1835. Un siglo
más tarde, en 1936 fue dinamitado por el ejercito republicano para detener el
avance de las tropas franquistas, aunque poco tardó en ser reconstruido. La
última remodelación, en 1975, supuso una ampliación de calzada y aceras.
Una “bilbainada” recuerda el pasado reciente de este
puente, recorrido también por el popular “Tranvía de Arratia” (1902-1964), refiriéndose
a una afamada taberna en cuyos alrededores debió existir y dice, que allí:
“ Los bilbainitos en el verano,
txakolingorri suelen beber,
bajo las parras de Puente Nuevo,
buenas “moskorras” suelen coger”.
PUENTE de
SANTA ISABEL
Dejamos atrás nuestra primera visita y siguiendo el
“Camino del Pontón”, a escasos dos kilómetros, alcanzamos el “Puente de Santa
Isabel”. Esta moderna estructura vino a sustituir al antiguo “Puente del
Tranvía de los Caños” (1902) destruido totalmente durante las inundaciones de
1983. Une Bolueta (Bilbao) con las estribaciones del Barrio de la Peña, Ollargan,
en el municipio de Arrigorriaga.
Tiene doble vía para circulación de vehículos y una
amplia acera peatonal, provista de medio arco de metacrilato para proteger de
las inclemencias climáticas.
Con anterioridad, desde 1902 y hasta 1964, el viejo
puente dio servicio al recorrido del tranvía que unía el centro de Bilbao con
el valle de Arratia y el duranguesado. Conocido popularmente como “Tranvía de
Arratia”, prestaba también acceso a los balnearios de Artea y Areatza e
iniciaba su recorrido, hacia aquellos parajes rurales y de relax, desde los
aledaños del Teatro Arriaga.
En su margen derecha se encuentra el remozado
edificio de la “Panadería Municipal del Pontón” (XVIII), hoy reconvertido en
Ikastola que marca el límite del Paseo de los Caños. El nombre de este camino
llega por ser canal cubierto de losas para la traída de agua potable a Bilbao
desde los manantiales aguas arriba. Paralelo a la orilla, depositaba el agua en
un aljibe de distribución próximo al Hospital de los Santos Juanes. Fuera de
servicio desde el siglo XIX su trazado y arboleda sirvió de paseo ciudadano.
En la orilla izquierda del puente se encuentra el
populoso enclave de Ollargan-Montefuerte, con ascendencia minera, junto a las
laderas del monte Malmasín, antigua ruta de Castilla, hoy parque periurbano,
con restos de lo que fue en la Edad Media recinto amurallado para defensa del
lugar.
A partir de
este punto, el río Ibaizabal-Nervión comienza a fundirse con las aguas del mar
que suben con las mareas y va convirtiéndose en la “Ría de Bilbao”.
PASARELA
IBAIEDER
Continuamos nuestra ruta por una zona verde que
bordea el río y alcanzamos la “Pasarela Ibaieder”. La atravesamos hacia la
orilla derecha y ascendemos por caminos de hortelanos, en el parque de
“Larreagaburu”, para tomar su fotografía con distancia suficiente.
Se construyó después de las inundaciones de 1983.
Corría el mes de agosto de este año y Bilbao celebraba su tradicional ”Aste
Nagusia”. Desde su inicio, el sábado 15, Asunción de la Virgen, conmemorada en
la Basílica de Begoña, la semana festiva estuvo marcada por intensos
chaparrones. La tarde del jueves 25 la lluvia fue adquiriendo un carácter
torrencial. Acabaron por caer 600 litros por metro cuadrado. Bizkaia y el todo
el País Vasco fue victima de aquella catástrofe natural. La tromba de agua
coincidió con la pleamar.
La “Ría de Bilbao” se desbordó y arrasó de manera
salvaje con todo lo que se ponía delante. El Barrio de La Peña fue una de las
zonas más afectadas. El lodo, con arboles coches, o animales muertos, cubrió la
totalidad de este barrio obrero, antiguo enclave minero.
El “aguaducho” hizo desaparecer “La Isla de San
Cristóbal” que allí formaba el río. Un lugar mitificado por los “anguleros” por
la excelente calidad de “angulas” que allí capturaban.
Llegado el momento de la recuperación, el lugar se
fortaleció y mejoró el cauce. La orilla se recuperó con el diseño de los
jardines de “Ibaieder” que da nombre a la pasarela allí instalada, de uso exclusivamente
peatonal. Es sencilla en su estructura, a tono con el vecindario. Enlaza el
parque con el “Paseo de los Caños”. Un recorrido, frecuentado a finales del
siglo XIX y principio del XX, por el escritor y filósofo Miguel de Unamuno, que
lleva hasta el barrio de Atxuri y las “Siete Calles”.
PUENTE de MIRAFLORES
Enfilando el Paseo de los Caños, camino del “Casco
Viejo”, pasamos bajo una mole de hormigón. Es el viaducto de “Miraflores”.
Resulta impactante. Justo a su lado, pocos metros río arriba, la “Pasarela
Ibaieder” parece de juguete.
Se inauguró en abril de 1995 después de tres años de
intensos trabajos, víspera de unas elecciones, sin ceremonia alguna, por temor
al boicot de los vecinos. Parte desde el Barrio de Bolueta, enlaza con la
autopista A-8 y deja a un lado el Barrio de Miribilla. Es un imponente arco de
cemento armado sobre el que crecen verticales una serie de columnas que
mantienen horizontal el viaducto que soporta el tráfico rodado al que esta
destinado. En la orilla izquierda, los pilares se apoyan sobre el lugar que
ocuparon las antiguas minas de “Malaespera”, “Abandonada”, “San Luis”, “Julia”
o “Silfide”. Trepa unos 150 metros por la colina de Miribilla hoy transformada
en un moderno barrio bilbaíno. Desde allí, tramo final en que el rio que deja
de serlo para convertirse Ría de Bilbao, salta más de 300 metros y hunde sus
cimientos en la orilla derecha, al pie del histórico alto de Miraflores, de
donde toma prestado su nombre. Por aquí,
antiguo territorio de la república de Begoña, pasaba el camino inicial de
Santiago, con procedencia de Markina, Galdakao, Etxebarri y Bolueta.
La construcción de este puente fue motivo de una
curiosa anécdota. Partiendo la construcción de manera simultanea de ambas
orillas y llegado el momento de unir los dos tramos, los ingenieros Juan José
Arenas y Marcos Pantaleón, encargados del proyecto, se percibieron no
coincidían las alturas. Esto supuso que el centro de la infraestructura tuviera
que ser rematado por un insólito zurcido de hormigón armado que disimulara el
peldaño no deseado.
Una vieja aspiración de los ciudadanos de uno y otro
lado del puente, barrio de Santutxu y de Miribilla respectivamente, ha sido la
construcción de un paseo peatonal que facilite la comunicación vecinal que
todavía sigue a la espera de ser habilitado.
PUENTE de SAN ANTÓN
Después de una agradable caminata por el Paseo de los
Caños, y pasar delante de la estación de Ferrocarril a San Sebastián, llegamos
al “Casco Viejo” donde encontramos el “Puente San Antón”. Existía antes que
Bilbao. Con lobos y torre es emblema del escudo de la Villa. Une el extremo de
la calle Ronda, donde nació el escritor y filosofo Miguel de Unamuno, y la
bajada de Zabalbide a su entrada en el barrio Atxuri, con la orilla izquierda
donde se encuentra “Bilbao la Vieja”, primer germen de la ciudad, y la calle
Urazurrutia,.
La “paz navarra”, instaurada a principio de siglo
XII, propició la vuelta hacia los valles de la población vizcaína, hasta
entonces al resguardo de las “razzias” bárbaras y musulmanas en las laderas de las montañas próximas. Así
gentes de Begoña y zonas aledañas bajaron a repoblar la ribera del río
Ibaizabal-Nervión, alrededor de un castillo fortaleza, perteneciente al linaje
Zubialde, junto al cual había construida una iglesia dedicada a San Antonio
Abad y un puente románico que permitía el paso de una a otra otra orilla. Aquel
era el último punto navegable de lo que acabaría siendo “Ría de Bilbao”.
Esta colonia de pescadores y marineros fueron
precisamente los fundadores de aquel “Puerto de Bilbao” dentro de, lo que
todavía era, territorio de la anteiglesia de Begoña. Este enclave obtuvo el
privilegio de población y villa el 15 de junio de 1300, fue otorgado por Diego
López de Haro, apodado el “intruso” por usurpar el derecho sucesorio a su
sobrina. En 1348, de nuevo el territorio bajo la tutela de la legitima Señora
de Bizkaia, María Díaz de Haro, “refundó” la villa. Añadió, a la Carta Puebla
otorgada por su tío, la prohibición expresa del uso del Camino de Etxebarri, el
“Puente Nuevo”, y la compra venta en todo su recorrido. De esta manera obligaba
a todos los comerciantes que venían de castilla de Castilla a pasar por el
Puente de San Antón y desarrollar su actividad en Bilbao. Con el devenir de los
años, esta recaudación de pechas e impuestos por atravesar el puente, convirtió
a la villa, en detrimento de Bermeo, en el principal punto comercial del
Señorío.
El “Puente de San Antón”, a lo largo de los siglos ha
sufrido distintas remodelaciones. Estuvo ubicado por delante de la fortaleza,
iglesia desde el siglo XV, hasta construir el actual en 1877, algunos metros
ría arriba, en la parte trasera del templo. Daba acceso directo a la “Plaza
Vieja”, actual Mercado de la Ribera y
convivió con el de nueva construcción hasta 1882 en que fue demolido. Se volvió
a reconstruir en 1937 de los destrozos sufridos durante la guerra civil.
Desde este punto y hasta el Barrio de Deusto, sobre
los márgenes de la “Ría de Bilbao” se suceden de manera intermitente puentes y
pasarelas.
PUENTE de LA RIBERA o de SAN FRANCISCO
Seguimos bajando por el borde de la Ría, pasamos
delante de la iglesia de San Antón y el “Mercado de Abastos” más conocido como
de “La Ribera”. Ocupa el terreno de lo que fue “Plaza Vieja”, donde se
celebraban también ferias agrícolas y taurinas. Remozado en 2010, con una
superficie de 10.000m2, está considerado como uno de los mayores mercados
cubiertos de Europa.
Vistos estos dos edificios emblemáticos, nos
encontramos el “Puente de San Francisco”. Esta pasarela peatonal une el muelle
de “La Ribera”, allí donde desembocan las “Siete Calles”, antiguo casco
medieval, con la de Conde Mirasol y el muelle Marzana donde, antaño, numerosos
almacenes distribuían mercancías que llegaban en barco desde ultramar.
En la margen derecha del puente está
En la margen izquierda todavía pueden verse los
locales del que fue “Museo de Reproducciones Artísticas”. Desde 2006 instalado
en la antigua iglesia del “Corazón de María”, en el lindante Barrio de San
Francisco.
Metros arriba metros abajo, se conoce la existencia
de un puente en este lugar, al menos, desde el año 1735. Parece ser, fue
construido por los frailes franciscanos para acceder al núcleo urbano
Directamente desde su convento. Apenas duro dos años al ser arrastrado por una
fuerte riada.
En 1794 se inauguró otro de piedra y roble construido
por el arquitecto Alejo Miranda que fue quemado en 1814 por las tropas
francesas que ocuparon Bilbao.
En junio de 1828, coincidiendo con la visita de
Fernando VII a la capital vizcaína, se terminaron de manera apresurada los
“últimos rasgos” de el “Puente colgante de cadenas”. El segundo de esa clase
que se construía en España y mereció la canción popular: “No hay en el mundo/ puente colgante/ más elegante/
que el de Bilbao/ Porque lo han hecho/ los bilbainitos/ que son muy finos/ y
muy salaos”. Afectado por los bombardeos en el primer Sitio de Bilbao (1835),
para 1851 había sido sustituido por un puente sostenido por cables y conocido
por “Puente de Alambre”. En 1881 se reemplazó por una fija construida en hierro
que se destruyó durante la guerra civil en 1937.
La
actual pasarela se abrió para 1939. Estuvo dedicada al coronel franquista Ortiz
de Zarate. En 1980, la nueva corporación democrática le volvió a poner el
nombre por el que se le ha conocido popularmente y es el que mantiene en la
actualidad.
PUENTE de LA MERCED
Acercándonos al centro de la ciudad los puentes se
suceden uno tras otro. El de la “Merced” permite paso sobre la ría a vehículos
y peatones desde el muelle de “La Ribera” hasta el muelle de su mismo nombre
donde diversifica caminos hacia los barrios altos de la villa. Su nombre
proviene del convento de la Merced situado en su margen izquierda. Desde que el
Ayuntamiento de Bilbao comprase, en los años 1990, su antiguo templo (s.XVII),
una vez desacralizado, se ha convertido en “BilboRock” un espacio destinado a
música en vivo, teatro y otras actividades culturales de carácter laico.
En este emplazamiento que desde final del segundo
Sitio Carlista se había construido un paso provisional para facilitar el paso
de una a otra orilla de la Ría, se encargó al arquitecto Ernesto Hoffmeyer la
construcción de un puente para transito de carruajes y peatones. Para 1891,
Pedro Telesforo de Errazquin levantó acta fotográfica de su inauguración.
Destruido durante la Guerra Civil, en 1938 se
reconstruyó con diferente diseño por el ingeniero Manuel Gil de Santibañez. A
cada una las ocho columnas de hierro fundido que en la actualidad engalanan e
iluminan el paso añadió en su base una pareja de criaturas aladas que busca
rememorar una leyenda que, se supone, llega de siglos atrás. Al parecer se
trataba de unos extraños seres alados que habitaban la zona boscosa de la
orilla izquierda de la Ría y, de cuando en cuando, hacían incursiones por las
calles de la Villa para ofrecer protección y buenos augurios a los
desamparados.
El despropósito franquista consagró este puente
General Sanjurjo. La transición política y la primera corporación municipal
elegida democráticamente, presidida por Jon Castañares Larreategui, recuperó en
1980 para este puente, y todos los demás dedicados a ensalzar y rememorar la
dictadura franquista, su nombre propio, “La Merced”, en referencia al convento.
PUENTE del ARENAL
Desde el paseo y arboleda del Arenal pasando delante
de teatro Arriaga los arcos de este
puente abrazan la ribera izquierda para encontrarse con la centenaria Sociedad
Bilbaína y la estación ferroviaria de la Concordia, modernista en diseño y
punto de partida hacia Santander.
Desde 1848 fue conexión peatonal y rodada del Arenal
con la anteiglesia de San Vicente de Abando, posterior ensanche bilbaíno, cuna
de Sabino Arana Goiri, padre del nacionalismo vasco.
Bautizado “Isabel II”, fue de hierro fundido, con
hojas centrales levadizas y peaje hasta 1870. En 1865 fue visitado por la Reina
acompañada del el Príncipe de Asturias, el futuro Alfonso XII, ocasión para que
los bilbaínos cantaran la copla jocosa: “Disen que viene reina visitan bilbora/
con pricipe txikito dicen que venera/”. El estallido del Sexenio
Revolucionario, en 1868, sorprendió a Isabel II de veraneo en Lekeitio, de
donde salió huyendo a Francia. La nueva situación política en España fue consecuencia
de que, la corporación municipal de Bilbao, encabezada por el alcalde Eduardo
Victoria de Lezea Arana, cambiara de nombre al puente y lo denominara de “El arenal”.
El peaje impuesto por la corporación municipal para
el paso del puente a los vecinos de Abando fue motivo para que estos
construyesen el “Puente de los Fueros” (1869-74) de uso gratuito. Lo destruyó
una bomba durante la tercera guerra carlista y no se volvió a levantar.
En abril de 1874, además de los bombardeos carlistas
una lluvia torrencial sacó de su lecho a la ría y causó grandes desperfectos en
el Puente del Arenal. Se desplomaron los dos machones de la orilla izquierda y
el puente cedió hasta derrumbarse. Entre 1878-80 se remozó y en 1903, hubo de
ampliarse en anchura para agilizar el intenso trafico de peatones, tranvías y
carruajes entre el Casco Viejo y nuevo Gran Bilbao.
Fue dinamitado durante la Guerra Civil por el
ejercito republicano para intentar retrasar el avance del ejercito rebelde.
Rehecho en hormigón armado para 1940, se le denominó como de la “Victoria” en
homenaje al triunfo franquista. Para la mayor parte de la población siguió, y
sigue siendo, hoy oficialmente, “Puente del Arenal”. El nuevo tiempo
democrático eliminó, en su remodelación de 1980, una serie de elementos
decorativos considerados prototipos de la arquitectura fascista.
PUENTE del AYUNTAMIENTO
Alcanzado el palacio del Ayuntamiento, su puente abre
camino hacia orilla izquierda de la Ría para tomar la calle Buenos Aires y
alcanzar la Plaza Circular, con su estatua dedicada a Diego López de Haro,
fundador de la Villa.
Desde la margen derecha, donde se encuentra la Casa
Consistorial, enfila por la Avenida de Zumalacárregui para alcanzar la Basílica
de la Virgen de Begoña, patrona de Bizkaia.
En 1892 el ayuntamiento de Bilbao cambiaba su
ubicación junto a la iglesia de San Antón para trasladarse al solar que ocupó
el convento de San Agustín, derruido durante la primera guerra carlista. La
construcción del nuevo edificio, con aire modernista, que hoy todavía perdura,
fue diseño del arquitecto Joaquín
Rucoba.
Este nuevo emplazamiento exigía facilitar un acceso a
los vecinos del nuevo ensanche bilbaíno hasta los despachos municipales. Se
trataba de vertebrar nuevos espacios en una ciudad con un crecimiento
trepidante.
La primera solución llegó el mismo año de 1892. Se
construyó un puente de uso exclusivamente peatonal. Giratorio, que permitía el
paso de veleros y barcazas hasta los muelles de Ripa o del Arenal donde
efectuaban su carga y descarga. Fue un diseño del ingeniero mejicano Antonio
Ruiz de Velasco Leiva. Su primer nombre fue “Pasadera Giratoria de Hierro”,
luego de “San Agustín”, rememorando el lugar donde se había construido el nuevo
Ayuntamiento, y finalmente, por consenso popular, el “Puente del Perrochico”,
por los cinco céntimos que costaba el peaje de este paso de titularidad
privada.
El actual “Puente del Ayuntamiento”, abierto al
trafico de vehículos y peatones, finalizó su construcción en 1936. Al parecer,
Ricardo Bastida inspiró su diseño en el “Puente de Madison” en Chicago, Pasaba
sobre las vías de tren que unía Bilbao con Santurce y San Julián de Musquiz y
al cruzar la ría sus dos brazos levadizos permitían el trafico marítimo hasta
los muelles próximos. Convivió con el “Puente del Perrochico” hasta 1937, fecha
en que ambos fueron dinamitados para entorpecer supuestamente el avance del
ejercito franquista. Se reconstruyó para 1940
y homenajeaba como “Puente del General Mola”, al que fue “Director” del
golpe de Estado de 1936 contra el gobierno constitucional. Con el traslado de
los muelles de carga y descarga hacia la desembocadura de la Ría sus dos alas levadizas fueron selladas en
1969. Años después, con la transición democrática, y después de las
inundaciones de 1983, recuperó el título de “Puente del Ayuntamiento”
ZUBI ZURI
Esta presumida pasarela peatonal fue inaugurada en la
primavera de 1997. Es fruto de la remodelación urbanística de Bilbao iniciada
el ultimo cuarto de siglo XX. A pesar de su juventud tiene la cicatriz de una
seria polémica judicial, entre su diseñador y la corporación municipal.
Vino a ocupar el paso en “gasolino” que allí existió
hasta principio de los años 1970. En su margen derecha se asienta sobre el
paseo del “Campo del Volantín”. Una antigua zona de huertas adquiridas por el
Ayuntamiento convertida desde el último cuarto de siglo XIX en una distinguida
avenida y zona residencial de burguesía industrial. En 1870 y 1920 el espacio
del paseo se vio reducido por ampliación del cauce fluvial. En la actualidad
sigue siendo una de las zonas “noble” de la villa aunque, villas y palacetes
del pasado han dejado paso a los apartamentos en altura.
A la izquierda de la Ría la pasarela toma pie en el
muelle de Uribitarte, hoy convertido en agradable paseo que ha sustituido las
vías del tren a Santurce y Muskiz por las de un moderno tranvía de recorrido
urbano.
El puente, totalmente blanco, lo diseño el arquitecto
valenciano Santiago Calatrava. Reiteración de otros construidos en lugares de
clima más benigno. En Bilbao su suelo acristalado resultó un fiasco. El
“xirimiri”, las lluvias o las heladas de invierno lo hacían intransitable.
Fueron innumerables los resbalones y caídas, con fractura incluida, que
tuvieron que ser atendidas en el cercano Centro de Salud. Esta falta de
previsión de su creador encontró solución instalando a lo largo de todo su
recorrido una alfombra de “vinilo rizado” de color negro.
Otro de los problemas que presentaba el puente era
que terminaba justo al borde del cauce, sin acceso a la calle Mazarredo, algo
más alta, que da paso al centro de la ciudad. Para solucionar esta carencia el
alcalde Iñaki Azkuna, al frente de la corporación, autorizó al arquitecto
japonés Arata Isozaki construir una pasarela desde sus torres gemelas, próximas
al puente, que facilitase el acceso desde “Zubizuri” a esa otra zona más alta
de la villa. El arquitecto valenciano presentó querella judicial que condenó al
Ayuntamiento, después de un largo proceso, a pagar 30.000€ de indemnización que
fueron a parar a la Casa de Misericordia de la villa. Las reformas realizadas
por los “urbanistas municipales, permiten en la actualidad un uso adecuado del
puente, harmonioso con su entorno y, especialmente, sin riesgos para el usuario.
PUENTE de LA SALVE
Se inauguró en 1972. Dedicado a los “Príncipes de
España”, fue el primero en estar sostenido por un sistema de tirantes y uno de
los pocos de tablero metálico. Dirigió su construcción el ingeniero Juan
Batanero. Vino a solucionar las aglomeraciones de vehículos a la salida norte
de Bilbao.
Continuación de Alameda Recalde, comienza a cruzar la
Ría en el cruce con Alameda Mazarredo, para sobrevolar la Avenida de las
Universidades y abrir camino, por las laderas de Archanda, desde la Avenida
Maurice Ravel, entre bloques de apartamentos, hacia los extrarradios de la
Villa.
A la orilla derecha de la Ría, fija su base junto al
conocido lugar de “La Salve”. Para facilitar el acceso peatonal a la plataforma
hay ascensores que salvan los 25 metros que la separan del agua. Frente a ellos
el mural, de cerca de 1000 metros cuadrados, “Giltza Bat” reivindica la
práctica y uso del dialogo en las relaciones humanas. Una reflexión sobre la
memoria y la convivencia.
Desde este punto de la Ría, los marineros veían la
Basílica de Begoña, patrona de Bizkaia y llegando a puerto, cuando estaba en el
centro de la ciudad, entonaban la Salve Marinera agradeciendo su vuelta a casa.
“¡ Salve!, Estrella de los mares,”
de los mares iris, de eterna ventura.
¡Salve!, ¡oh, Fénix de hermosura!
Madre del divino Amor.
…
En los muelles de su margen izquierda se levanta el
museo Guggenheim, inaugurado en octubre de 1997. Con la intención de integrarlo
en un espacio dominado hasta entonces por el puente, Frank Gehry diseño a un
lado el edificio principal, vanguardia arquitectónica del siglo XX, y, al otro,
una torre de similar factura. El titanio
envolvía la enorme pasarela y neutralizaba así su poderoso impacto.
A la búsqueda de mayor equilibrio y harmonía entre
las formas del conjunto urbano se añadió al austero puente, en su extremo
próximo al museo, en 2007, “l’Arc Rouge”. Una especie de porche de acceso
construido, a base de paneles rojos de formica un arco, por el artista
conceptual francés Daniel Buren encuadrado dentro del minimalista abstracto.
PUENTE del PADRE ARRUPE
Esta pintoresca pasarela peatonal, habilitada en el
2003, presta su original forma a curiosas interpretaciones. Algunos románticos encuentran
semejanza en las libélulas del río. Otros lo relacionan el tridente de Neptuno
por las tres vías de acceso que ofrece en sus extremos. Personalmente encuentro
más parecido al insecto conocido como “zapatero” (gerridae) que planea sobre
sus patas en las aguas de los ríos de Euskadi. Una especie “Araña”, titulo de
la novela de Vicente Blasco ibañez sobre los jesuitas y su influencia en la
sociedad civil.
Vaya Vd. a saber en que se inspiraron sus autores
José Antonio y Lorenzo Fernández Ordóñez, uno ingeniero y otro arquitecto,
cuando pergeñaron su diseño.
De acero inoxidable, con tres vías de acceso en cada
extremo, su recubrimiento interior, de madera tropical, emula la cubierta de un
barco. Esta llamativa singularidad se vio empañada por los resbalones que se
producían los días de lluvia. La solución llegó, como en otros casos, donde
prima más diseño que funcionalidad, con una alfombra de vinilo antideslizante.
Su
nombre rinde homenaje a Pedro Arrupe (1907-91), bilbaíno de nacimiento,
“Prepósito General de los Jesuitas” entre los años 1965 y 1983.
Desde la orilla derecha, une las instalaciones de la
Universidad de Deusto, fundada en 1886 por la “Compañía de Jesús”, con el nuevo
paseo de Abandoibarra. Allí, justo frente la salida central del puente nos
encontramos el “begirari” (vigía). Una escultura de Eduardo Chillida
(1924-2002) con forma de rudimentario clavo forjado a martillo sobre yunque.
Sus siete metros de altura hunden su punta en el suelo y en la parte superior
muestra unos orificios rectangulares a modo del ojo de una aguja. Una forma con
aire totémico, emparentada en su acero con la siderurgia vizcaína, que viene a
emula un menhir.
En esta margen izquierda encontramos el nuevo
Rectorado de la Universidad del País Vasco, la nueva biblioteca universitaria
diseñada por Rafael Moneo y la omnipresente torre de Iberdrola.
También allí, en el suelo del paseo, una placa
conmemorativa, cuenta que.
“Aquí es donde jugaban los ingleses.
Aquí, en una campa junto a la ría.
Entonces solo había césped y un pequeño cementerio.
Algunas veces, el balón se caía al agua
Y había que ir a buscarlo.
Si estaba lejos se le echaban piedritas
Para que se acercara a la orilla.
Las piedras creaban ondas, pequeñas olas
Que se hacían cada vez mayores.
Así el Athletic jugó en Lamiako,
Y después en Jolaseta y, finalmente, en San Mamés.
Una ola, y otra ola, y otra.”
Así recuerda
el escritor Kirmen Uribe la “Campa de los Ingleses”, donde germinó la afición al futbol en Bilbao.
PUENTE de DEUSTO
En 1934 el desarrollo urbanístico de Bilbao pedía
ensanchar los terrenos de la villa a través de puentes. Era alcalde Ernesto
Ercoreca cuando se aprobó el proyecto de construir un puente que uniera el
ensanche bilbaíno con la recién anexionada anteiglesia de Deusto.
Además de permitir el paso del ferrocarril de Bilbao
a Portugalete, se concibió como puente levadizo que abriese la navegación para
el atraque en los muelles de Abandoibarra, junto a emblemática “Campa de los
ingleses”, cuna del futbol bilbaíno. Sus autores, Ignacio de Rotaeche y José
Ortiz de Artiñano, junto con el arquitecto municipal Ricardo Bastida, se
inspiraron para su construcción en el puente de la Avenida Michigan en Chicago
(EEUU).
Después de cuatro años de trabajos se inauguró en
diciembre de 1936, iniciada la guerra civil. Justo seis meses más tarde, en
junio de 1937, se dinamitaba por orden del Comité de Defensa del Gobierno de
Euskadi en un intento de dificultar la inevitable entrada de las tropas
franquistas a Bilbao.
Se reconstruyó para octubre 1939 con el nombre de
“Puente del Generalísimo”, en clara referencia al dictador Francisco Franco.
Para 1979, con el nuevo régimen parlamentario, recuperó su nombre inicial.
Además de nexo de unión entre distintos barrios
bilbaínos este puente fue, en los años 80 del siglo XX, escenario de duros
enfrentamientos, contra el cierre de los Astilleros Euskalduna, entre
trabajadores y policía.
Desde 1995, salvo celebraciones puntuales, su
movilidad dejó de estar operativa. Barcos fruteros de la Naviera Pinillos
fueron los últimos en el uso comercial del servicio del puente. Un plan
municipal para su restauración promovido desde 2008 ha saneado de manera
integral la infraestructura, adecuando su uso y acceso al nuevo entorno
urbanístico.
PUENTE de EUSKALDUNA
Se inauguró en 1997 alivió el saturado tráfico del
“Puente de Deusto” y mejoró considerablemente los accesos a Bilbao hacia la
Mancomunidad el “Txorierri”. Su nombre rinde homenaje a un histórico astillero
que estuvo situado en este mismo lugar y fue clausurado en la década de los 80.
Sobre una idea del ingeniero navarro Javier Manterola, nació esta imponente estructura
metálica de cuatro vías para el transito de vehículos a motor y una amplia
acera peatonal cubierta que incluye un carril para bicicletas. Tiene la forma
de un arco cuyo vientre apunta ría arriba. Uno de sus extremos se sitúa en la
rotonda del ”Sagrado Corazón”, tan próxima al viejo edificio de la “Casa de
Misericordia” como al moderno estadio de “San Mamés”, diseño este, del
arquitecto bilbaíno Cesar Azcarate, inaugurado en 2013 y considerado en 2015
como mejor edificio deportivo del mundo de nueva construcción.
Antes de alcanzar el otro extremo, en la rotonda de
“Botica Vieja”, deja a su derecha el “Palacio Euskalduna”, un monumental cubo
destinado a conciertos y congresos. Sobrevuela también el “Museo Marítimo” en
cuya explanada destaca, como una gran cigüeña de metal, la grúa “Carola” en
recuerdo al astillero allí existente.
Una vez atravesada la ría, el trafico toma dirección,
por la Calle Morgan, hacia los polígonos industriales del valle de Asúa y al
aeropuerto de Bilbao, en la localidad de Loiu.
PUENTE de “FRANK
GEHRY”
Este puente homenaje a el arquitecto canadiense que
diseño el museo de Guggenheim de Bilbao. Está a la espera que finalicen las
obras de apertura del canal de Deusto para que el agua de la ría fluya bajo su
estructura. Une el barrio de Deusto, por su calle Julio Urquijo, vecina del
“Igualatorio Médico Quirúrgico”, con el barrio de Zorrozaurre. Un enclave que
se convertirá en una isla de la ría de Bilbao. Esto supondrá una regeneración
urbanística de uso empresarial y residencial.
La obra está firmada por los ingenieros Héctor Beade
y Guillermo capellán. Con cuatro carriles para tráfico de coches, cuanta además
con aceras en ambos lados de la calzada y un “bidegorri” para bicicletas.
Fue el propio homenajeado, Frank Gehry, quien estuvo
invitado, el 25 de octubre de 2014, a
colocar la simbólica primera piedra. Se abrió al transito peatonal en
septiembre de 2015, aunque el trafico rodado tuvo que esperar hasta enero de
2016.
Es un viaducto de marcado carácter funcional con
líneas de diseño moderno, muy propio de este siglo XXI.
Llegados a este punto hemos conocido todos los
puentes que atraviesan la “Ría de Bilbao” y que se encuentran en este
municipio. Ha llegado el momento de tomar el tren de cercanías para acercarnos
a los municipios de Baracaldo y Portugalete para conocer los tres restantes.
PUENTE de RONTEGUI
La parada de tren nos deja en la “Plaza del
Desierto”. Atravesamos la “Avenida de los Altos Hornos de Vizcaya” y, caminando
entre calles del nuevo barrio “Urbán” alcanzamos la “Darsena de Portu” donde
todavía sigue activo el embarcadero donde atraca el “gasolino” que lleva los
pasajeros hasta Erandio. Desde allí, al ras de la Ría, tenemos una magnífica
panorámica del “Puente de Rontegui”.
Cruza la Ría de Bilbao desde la colina de Rontegui,
en Baracaldo, hasta Erandio Goikoa. Une la tradicional zona industrial de la
“Margen Izquierda” con la más residencial “Margen Derecha”. Facilita los
accesos , de uno y otro lado, al Hospital de Cruces y al Campus Universitario
de Leioa. Así mismo, reduce tiempo y kilometraje para el acceso de los
bilbaínas y bilbaínos al litoral playero.
La puesta en marcha de esta infraestructura viaria
fue victima de atrasos difíciles de justificar. El proyecto, firmado por José A
Torroja, puso su “primera piedra” en 1977 y quedó finalizado dos años más
tarde, en 1979. A pesar de estar acabado no tenía vía de acceso alguna. Así
siguió durante cuatro años en los que se ganó el apodo de “Monumento al
puente”.
Por fin, en 1983, sin estar del todo resueltos los
accesos, la premura impuesta por unas inminentes elecciones hicieron circular
sobre su plataforma los primeros vehículos.
Actualmente se ha convertido en una de las
principales infraestructuras viarias de Bizkaia. Destinado exclusivamente al
tráfico rodado, viene a soportar el paso de unos 150.000 vehículos diarios.
Cuenta con cuatro carriles en ambas direcciones que vuelan a 42 metros de
altura de la superficie del agua, cuando hay pleamar en la Ría. Sus múltiples
conexiones, en una u otra orilla, abren camino hacia Santander, San Sebastián o
Burgos.
PUENTE del
CARMEN y PUENTE de MANTEROLA
Seguimos en Baracaldo, en la desembocadura del río
Galindo. Haciendo frontera con Sestao está el muy veterano “Puente del Carmen o
de la Punta”. Algo más próximo al cauce de la Ría de Bilbao, paralelo al
primero, tenemos el “Puente de Manterola”. Adopta el nombre del ingeniero que
lo diseño y fue inaugurado en 2007 para solucionar los problemas de tráfico
difícilmente soportables para su viejo vecino. Con formas curvilíneas, de un
solo ojo, sostenido por un arco con los pilares en ambas orillas, tiene dos
viales para el tráfico de vehículos en cada sentido y una de sus aceras
protegida contra las inclemencias del tiempo.
Es difícil situar la construcción del primer puente
con acceso a la Punta de Sestao. Es una pequeña península asomada a la Ría de
Bilbao que a finales del siglo XVII se convirtió en “desierto” (lugar de retiro
y oración) de “Carmelitas Descalzos”, donde los fieles llegaban en chalupas
desde los embarcaderos de Erandio y de Baracaldo. Los religiosos estuvieron
allí instalados hasta la desamortización de Mendizabal. En estas mismas fechas,
diciembre de 1836, las tropas liberales acuarteladas en Portugalete tuvieron
todavía que atravesar el Galindo en barcazas para defender el asedio de Bilbao
contra el ejercito carlista en la famosa batalla del Puente de Luchana.
Expulsados los carmelitas, “La Punta” se convirtió en
un fuerte defensivo. Entre esos años y la fundación en 1854, en Baracaldo, al
otro lado del río, de la “Fábrica Nuestra Señora del Carmen”, embrión de lo que
sería años más tarde la boyante industria siderúrgica de Bizkaia, es plausible
se construyese el primer puente del lugar. Su referencia gráfica la encontramos
en un gravado fechado en 1864, donde llegando de Sestao, una diligencia
atravesaba un puente de piedra dirección a la nueva fábrica. Puente de tres
ojos soportado por pilares clavados en el río ha perdurado hasta nuestros días
tras diversas modificaciones.
Al lugar al que nos referimos, desde finales del XIX
estuvo abarrotado de empresas y talleres hasta la crisis de los años 1980, en
que desaparecieron en su totalidad. De allí a esta parte, se intenta recuperar
con diferentes modificaciones urbanísticas. Un lugar sobre el que Guillermo
Humboldt, en 1801, escribió:
“En el camino de Bilbao a Somorrostro no se puede
olvidar el “Desierto”. Esta pequeña península, que forma el Ibaizabal, donde se
vierte en él un pequeño arroyo de montañas, el Galindo, es uno de los puntos
más encantadores de España, pues desde él se divisa, de una vez, el paisaje de
Bilbao, el mar con sus montes piramidales y Somorrostro”.
PUENTE DE
BIZKAIA o PUENTE COLGANTE
Hemos llegado a Portugalete. La salida de la estación nos lleva directamente a los
muelles. Son buen observatorio para contemplar el último puente, quizás el más
emblemático, antes de que la Ría de Bilbao se adentre en el Abra y mezcle
definitivamente sus aguas con las del Golfo de Bizkaia.
Su construcción fue una iniciativa privada encabezada
por el empresario bilbaíno Santos López de Letona. Se encargó el diseño inicial
al arquitecto Alberto Palacio Elissague y finalizó la construcción el ingeniero
francés Ferdinand Arnodin, al parecer alumno de Gustave Eiffel.
Sin interrumpir la navegación, comenzó a funcionar en
julio de 1893, convirtiéndose en puerta de entrada a uno de los puertos con
mayor trafico marítimo de Europa. Unía con su barquilla móvil la población de
Portugalete con el arenal de Getxo, en aquellos años destino veraniego de la
alta sociedad bilbaína.
En 1937, al igual que todos los puentes que cruzaban
la Ría, su tablero fue inutilizado sin volver a prestar servicio hasta 1941.
En 1984 fue reconocido como Monumento Histórico
Artístico. Una revisión detallada de su estructura hizo que en 1998 se
reforzara y se remodelara, a su vez, el sistema de tracción. Se habilitó para
acceso peatonal la plataforma superior desde donde se contempla una espléndida
panorámica del estuario de la Ría de Bilbao. Esta remodelación supuso que el
Gobierno Comunitario le otorgase el diploma internacional “Europa Nostra, 2002”
El año 2006 la UNESCO le concedió título de “Patrimonio
de la Humanidad” en tanto que trasbordador más antiguo del mundo. Como homenaje
al pasado minero de Bizkaia, en 2011, el color negro que hasta entonces había
lucido la infraestructura se cambio por el color del mineral de hierro. Entre
las distintas posibilidades cromáticas se optó, en votación popular, por el
color “Vena Rojo de Somorrostro”.
Su “barquilla” sigue trayendo y llevando peatones y
vehículos entre Portugalete y el barrio de Las Arenas en Getxo. La utilizan
alrededor de 6.000.000 de viajeros al año.
Numerosos artistas han visto su obra influida por
este puente. El inolvidable Juan Carlos Eguillor, en su libro “Los Bilbao
soñados” nos lo contaba contaba de la siguiente manera:
“Siempre me imaginaba historias el puente colgante,
tan poético como la torre Eiffel … con sus enamorados en ambos márgenes que
nunca pudieran encontrarse … o la barquilla llena de viajeros que nunca llegara
a la otra margen, perdida en una niebla que surgiera de la ría” .
Sensaciones cargadas de ironía, magia y misterio entre
los vaivenes de la barquilla del puente en las que se inspiraba el dibujante bilbaíno nacido en San Sebastián.
Fotografías y textos de Josu Bilbao Fullaondo
Supongo que ya se habrá advertido de que el puente Nuevo une Bilbao con Basauri y no con Etxebarri pese a estar más cerca.
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