MONASTERIO de YUSO
Dos bueyes tomaron la
decisión de construir el Monasterio de Yuso a la orilla del río Cárdenas.
Sí, dos bueyes que se
opusieron al capricho del rey de Nájera en su afán de trasladar los restos de
San Millán a su recién construido monasterio de Santa María, justo al lado de
su castillo.
Monasterio de Yuso desde San Millán de la Cogolla
El monarca García Sánchez
III, “El Najerino”, tuvo la ocurrencia de llevar los restos de San Millán desde el monasterio de Suso al
recién construido en Nájera. Se emprendió el transporte en carro tirado por una yunta de bueyes. Al llegar a la orilla del río Cárdenas, a escasos mil metros del viejo monasterio, los bueyes se detuvieron.
Entrada exterior a la iglesia del monasterio
Por más que el
arriero intentó recuperar la marcha, los animales se mantuvieron tercos donde
habían parado. Aquel empecinamiento se entendió como una
“señal del cielo”, un requerimiento del “altísimo” para que la reliquia quedase
en aquel lugar.
Púlpito tallado en madera de nogal
Corría el año 1044
cuando finalmente, tras el aparatoso acontecimiento a la orilla del río, y obediente a la “orden divina” recibida, “El
Najerino” tomó la decisión de construir un nuevo monasterio en el lugar donde
se pararon los bueyes.
Claustro
Lo inauguró su hijo, Sancho
Garcés IV, “El Noble”, en 1067, con la fastuosidad de una misa. De esta manera
Yuso (el de abajo) iniciaba su vida monacal bajo la norma de San Benito. Mientras en Suso
(el de arriba) se mantuvo, la tradición mozárabe, con su comunidad femenina y
masculina. Hasta el siglo XII coexistieron ambas comunidades para después de prevalecer
la de los benedictinos y desaparecer la primera.
Armario para cantorales
Inicialmente el
monasterio fue de corte románico. Posteriormente se demolió en su totalidad. Se
reconstruyó, entre el siglo XVI y XVII, con formas herrerianas y portada
barroca. No obstante la iglesia alzada a lo largo del siglo XVI esta catalogada
dentro del estilo “gótico decadente”.
Portada Barroca
La visita al
monasterio de San Millán de la Cogolla resulta muy llamativa. Su “Portada
Barroca” ,”el zaguán” que da paso a el “Salón de los Reyes”, el claustro o la
iglesia con su retablo mayor, merecen un detenimiento prolongado para disfrutar
de su oferta cultural.
Altar mayor
Los visitantes resultan
especialmente prendados cuando visitan la “sacristía”. Esta considerada una de
las más bellas de España. Sobre sus muebles tallados en madera de nogal se alza
una colección de veinticuatro óleos sobre cobre de estilo barroco cubierto por
un techo donde lucen frescos del siglo XVIII muy bien conservados.
Sacristía
El salón dedicado a
“museo”, entre los distintos lienzos o relicarios que guarda, sobresalen los
marfiles románicos (XI y XII) de las arquetas donde se conservaron los restos
de San Millán y su maestro San Felices.
Arca del santo
Los “Códices y
cantorales” es otro de los grandes atractivos. En ellos se encuentran las
“glosas”, textos escritos al margen, con las primeras palabras escritas en
romance y en euskera.
Cantoral
Recordar que el
Monasterio de Yuso junto con el de Suso está considerado cuna de la lengua
castellana y del euskera. Además, desde 1997 fue reconocido como Patrimonio de
la Humanidad. Hasta 1835 y la desamortización de Mendizabal estuvo regido por
monjes benedictinos. Desde 1878 está habitado por frailes agustinos recoletos.
Torre de la iglesia desde el claustro
Una vez acabada la
visita en el monasterio, vale la pena pasear sus alrededores, incluida la
vecina localidad de Berceo, cuna del primer poeta en castellano.
Nos resultara fácil encontrar
alguna taberna donde restaurar el esfuerzo físico e intelectual realizado, durante la visita al lugar, con unos ricos platos de “caparrones con sacramentos”,
“patatas con chorizo” que las dicen a “la riojana” y las siempre presentes y sabrosas “chuletillas de cordero” con ensalada de lechuga.
Imprescindible acompañar la
comida con generosas copas de vino de la tierra.
Fotos y Texto de Josu Bilbao Fullaondo
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