PUERTOS
de
GIPUZKOA
de
GIPUZKOA
Llegados
a tierras guipuzcoanas, en el límite con Bizkaia, dentro del “Parque Geológico de la Costa Vasca”
(Flysch), encontramos el "Puerto de Mutriku". Se beneficia de una pequeña bahía al pie de un acantilado sobre el
que está construido todo su caserío. Considerado como uno de los puertos más
antiguos de Gipuzkoa, palacios y casas torre recuerdan un pasado glorioso. La
plaza principal está presidida por la estatua de Churruca, héroe en la batalla
de Trafalgar. El museo local, “Bentalekua”
pone de manifiesto la relación estrecha y ancestral de esta localidad con la
pesca y el mar. Gracias a la destreza de sus arponeros, lideraba de manera legendaria
la descarga de grasa de ballena en sus muelles. De entonces acá, su actividad pesquera
ha decaído en picado. Hoy día solo están censados, en la Cofradía de
Pescadores, tres barcos dedicados a la pesca. El resto de las embarcaciones que
ocupan amarres y pantalanes están destinadas al recreo. Futuras remodelaciones en
este puerto consideran la instalación de una planta de aprovechamiento
energético de las mareas.
Fueron vecinos de Itziar, interesados por los
frutos y beneficios que podrían conseguir en la orilla del mar, quienes descendieron
del monte y fundaron, mediado el siglo XIV, la villa de Deba. Se encuentra en la margen derecha del río de donde tomo su nombre. Durante la edad
media fue vía fluvial para acceso del mineral de hierro destinado a las ferrerías
de Altzola y Elgoibar, al igual que salida para la lana de Castilla hacia el
norte de Europa. La falta de calado de su puerto hizo que perdiera valor
estratégico y llegara su decadencia naviera.
El inicio del siglo XX, la moda de los baños
de mar, incentivados por la hermosa playa lugareña y la llegada del
ferrocarril, abrió un nuevo nicho de negocio. Se inauguraba el veraneo, inicio
de una tradición que ha llegado hasta nuestros días.
El "Puerto de Deba" ha perdido su carácter comercial y pescador. En la
actualidad, una pequeña dársena, entre el muelle del paseo y una escollera
protectora del río y el mar, próxima a la desembocadura, está destinada a
embarcaciones deportivas de escasa envergadura.
Continuando la ruta de la Costa Vasca, desde
las laderas del monte Alduz, descendemos a Zumaia. Su casco antiguo aún conserva
el trazado medieval. Desde su fundación ha estado relacionada con la industria
y el comercio marítimo hacia norte de Europa. En este punto del litoral acaba un
tramo del “Parque Geológico de la Costa
Vasca” (Flysch).
En el estuario, confluencia
del río Narrondo y el Urola, se encuentra
el "Puerto de Zumaia". Allí están instalados los “Astilleros
Balenciaga”. Se benefician de una oferta altamente cualificada de industrias
auxiliares próximas para la construcción de buques con tecnología avanzada de
hasta 100 metros de eslora.
La actividad pesquera es
inapreciable. Existe una fábrica de conservas de productos del mar que se
suministra de las capturas en puertos vecinos. Por el contrario, cuenta con un
puerto deportivo, próximo a la Casa Museo del pintor eibarrés Ignacio Zuluaga, con
más de 500 puntos de amarre y todos los servicios necesarios para esta navegación
de recreo.
Pasamos un túnel y por una carretera salpicada por las olas del mar llegamos
a Getaria. Se asienta sobre una pendiente cortada sobre el acantilado para
terminar entre playas y muelles. Su nombre proviene de la época romana. Así denominaban,
“cetaria”, a los puntos de la costa
donde levantaban factorías de salazón y conservas. Su tradición marinera y
pescadora llega de entonces. En tanto que “villa”,
se fundó a finales del siglo XII.
En cuanto llegamos a la
localidad provenientes de Zumaya encontramos a mano izquierda un monumento homenaje
al navegante Juan Sebastián Elcano y a la derecha el museo dedicado al modisto
Cristóbal Balenciaga. Dos hijos ilustres de la localidad.
Entre la Isla de San Antón
(Ratón de Getaria) y la Punta de Alzakoarria se sitúa el "Puerto de Getaria". Durante inicio de siglo XXI ha sido dotado de
nuevas y modernas infraestructuras: lonja de subastas, fábrica de hielo y amplias
zonas para carga y descarga con acceso a camiones de gran tonelaje. Sus muelles
tienen dos partes diferenciadas. Una dedicada a la pesca de los barcos de bajura censados en La Cofradía de
Pescadores “Elcano”. Una segunda, más cercana a la salida hacia la mar, con unos
trescientos amarres para embarcaciones de recreo y todo tipo de servicio
auxiliar para ellos.
La pesca, viveros de marisco
y la industria conservera, siguen siendo motor principal de la economía local.
Habría que sumar a ello el turismo, atraído por la belleza del lugar y su
gastronomía, en base a sus afamadas parrillas para el asado de pescados.
Capítulo aparte merece la
viticultura y su denominación de origen como “Txakoli de Getaria”. Vinos blancos frescos, especialmente
aromáticos, que se pueden encontrar en las mesas de los mejores restaurantes.
Sobre un “balcón peatonal”, siempre
con el riesgo de que, en marea alta, una ola de mar nos salpique por el camino,
recorremos los cerca de cuatro kilómetros que separan Getaria de Zarautz.
La reina Isabel II puso de
moda esta localidad en el siglo XIX. Su larga playa, más apta para la práctica
del surf que para los baños de mar, es su gran atractivo para turistas y
veraneantes. Su animado paseo marítimo se engrandece con una magnífica
panorámica de la vecina Getaria. Desde allí se explica que al islote de San
Antón se le denomine “Ratón de Getaria”.
El "Puerto de Zarautz" es una simple escollera paralela a la carretera. Un
muro vertical protege los embates marinos del norte y conforma el acceso al
refugio marino. Sus dimensiones minúsculas solo permiten el amarre de unas cuantas
“txalupas” que al bajar el nivel del mar quedan varadas en la arena. Con marea
alta, en época estival, es utilizado por jóvenes y adolescente como piscina de
agua salada, incluso está provisto de trampolín para mayor divertimento.
De nuevo en la carretera y tras recorrer nueve
kilómetros, después de una ligera subida y sortear una curva de 180 grados,
descendemos hasta Orio, Es cuna del escultor contemporáneo Jorge Oteiza y de afamados
remeros de traineras.
Esta villa, fundada en el siglo
XIV, en la “Ruta Jacobea de la Costa”,
toma nombre del cauce del río junto al que se asienta. En su origen fue aldea
de San Sebastián con el nombre de “Villareal
de San Nicolás de Orio”. Su tradición marinera y pescadora llega desde
entonces.
El "Puerto de Orio" es un amarradero típico de río. Un muelle a la
orilla de la población, plaza del pueblo, donde se efectúa la descarga de
pescado. En la actualidad, sus prestaciones y servicios ha mejorado de manera
considerable.
Cada vez son menos, quizá no
lleguen a seis, los barcos de bajura que siguen adscritos a la Cofradía de
Pescadores “San Nicolás”. Sin embargo los amarres para la navegación de recreo, ubicados justo detrás
de la playa, alcanzan el número de 300, para yates de hasta 10 metros de
eslora.
Llegamos a "Donosti". Capital de Gipuzkoa, está partida en dos por el río
Urumea. Una de sus playas bordea la espectacular Bahía de la Concha que con la
isla de Santa Clara en el centro, como si fuera una perla, pone sello de
identidad a la ciudad.
Eduardo Txillida engrandeció
el extremo oeste de la bahía con un conjunto escultórico, conocido como “Peine de los vientos”
Aunque existan referencias anteriores, la
fundación de San Sebastián fue en el siglo XII. La modernización llegó a
finales del XIX, cuando la reina María Cristina convirtió la ciudad en sede
estival de la Corte. Su interés como destino veraniego y turístico ha llegado
hasta nuestros días. El título de “Capital
Cultural Europea”, durante este año 2016, y la buena fama de su
gastronomía, ha venido a incentivar el interés de viajeros y “gourmets”.
El "Puerto de San Sebastián" se encuentra al pie del monte Urgull. Es visita
recomendada para quien pretenda conocer los aires marineros de la ciudad. Se
trata una pequeña dársena, en la parte oriental de la bahía, con forma
triangular. Al fondo, de espaldas al las olas que llegan del norte está el edificio
del “Aquarium”.
La Cofradía de Pescadores
“Nuestra Señora del Carmen”, en la zona pesquera, atiende su correspondiente
lonja de subastas para gestionar las capturas realizadas por los cuatro barcos
de bajura que continúan en activo.
Este brutal descenso de la
flota pesquera contrasta con 400 puntos de amarre para barcos de recreo. Clara
evidencia de los intereses turísticos de la ciudad.
Dentro del área de influencia metropolitana
de San Sebastián se encuentra Pasaia (Pasajes). Se constituyó como municipio al
inicio del siglo XIX. Ha crecido espectacularmente entorno a la bahía que
conforma la desembocadura del río Oiarzun.
Se trata de un puerto natural
al que se accede entre las estribaciones de los montes Ulia y Jaizkibel por un
canal de unos 80 metros de ancho.
Es el segundo puerto comercial
del País Vasco, después de Bilbao. Desde sus muelles de Trintxerpe y Antxo,
repletos de contenedores, se exportan automóviles y otros productos mecanizados.
Su lonja de pescado negocia
las capturas de su flota de altura, con una treintena de barcos, flota de
bajura, o de artes menores, con unas veinte embarcaciones y la que descargan
buques adscritos en otros puertos cuando faenan en las proximidades o les
favorecen más los precios manejados en la subasta.
Este magnífico "Puerto de Pasajes" se divide en dos núcleos principales. Pasajes de San Pedro y Pasajes de
San Juan, antiguas aldeas de pescadores
en las que descansa el pasado y esencia de este enclave marinero.
En la orilla occidental
están los muelles del "Puerto de Pasai San Pedro". Su acceso esta restringido a los barcos de bajura. Las fachadas de
sus viviendas guardan aun el recuerdo de los antiguos barrios de pescadores. En
la rampa de la cala Ondartxo se ha
habilitado un astilleros a modo de museo. Conocido por “Albaola-Factoría Marítima Vasca” se construye en su interior la
replica, en forma y manera, del Galeón San Juan, un ballenero del siglo XVI.
Pasai Donibane
En la parte oriental de la
bahía se encuentran los amarres del "Puerto de Pasai Donibane". Confronta su atractivo con los vecinos de enfrente en una rencilla
ancestral, típica de pueblos lindantes.
La belleza y encanto del lugar hizo que el
escritor Víctor Hugo se instalase en una de sus viviendas para redactar un buen
número de páginas sobre su “Voyage au
Pays Basque”. En ellas ensalza el carácter amable de sus gentes y hace una muy
generosa alabanza dedicada a las bateleras ocupadas en pasar viajeros de una a
otra orilla de la bahía. La casa donde vivió el literato francés se guarda como
un pequeño museo abierto a los visitantes.
Siguiendo camino hacia el este, después de
subir las pendientes del monte Jaizkibel y tras visitar el santuario de la
Virgen de Guadalupe, llegamos a Hondarribia.
En la orilla oeste del río
Bidasoa, tiene de vecina, al sur, la ciudad fronteriza de Irún, donde
excavaciones recientes sitúan el puerto romano de “Oiasso”. La auténtica “Bella Easo”, nombre que por
desconocimiento se otorgó a San Sebastián hasta épocas recientes.
La primera referencia escrita
de la existencia de Hondarribia llega del siglo XII. Su emplazamiento
estratégico frente a Francia la convirtió en una plaza fuerte de importancia. Todavía
conserva dos arcos de acceso a su interior y una parte importante de sus
murallas. Está considerado “Conjunto
Monumental”.
Su pintoresco barrio
pesquero se ha trasformado en avenida peatonal repleta de bares y restaurantes.
El peso del sector servicios ha desplazado a la economía tradicional basada en
la pesca. En su jurisdicción se encuentra el aeropuerto de Gipuzkoa.
El "Puerto de Hondarribia", “Puerto
Refugio”, destinado a la pesca se encuentra alejado de la población, en las
cercanías del Cabo Higer. De las 60 embarcaciones dedicadas a la pesca de
bajura que había en los años 90, hoy solo quedan unas 28.
Sus capturas se gestionan en
modernas instalaciones portuarias por la “Cofradía
de Mareantes de San Pedro”, constituida en el siglo XIV.
Libre el centro del pueblo
de las actividades pesqueras, junto a la playa, se ha construido un puerto
deportivo, con 672 puntos de amarre, para barcos de hasta 18 metros de eslora y
así dar respuesta al marcado carácter turístico de la Hondarribia actual.
Dibujos y cartografía Arantza Elcoro Alberdi
Fotografías u texto Josu Bilbao Fullaondo
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